Todo partió con una idea simple: compartir lo que a nosotros nos hacía bien.
Cascaray nació entre bolsas de frutos secos, recetas improvisadas y muchas ganas de hacer algo propio. Al principio, eran solo pedidos para familia y amigos, pero el clásico “oye, ¿me puedes traer de esas almendras ricas de nuevo?” empezó a repetirse cada vez más.
Ahí entendimos que no solo vendíamos frutos secos. Vendíamos calidad, cariño y confianza.
Hoy seguimos creciendo desde el norte de Chile, trabajando con proveedores confiables, seleccionando cada producto con pinzas (¡literalmente!) y asegurándonos de que cada pedido llegue a tu casa con esa misma dedicación del primer día.
Porque en Cascaray creemos que lo simple, bien hecho, vale más que mil promesas.
Gracias por confiar. Gracias por ser parte.